Este miércoles 3, Meg Whitman tendrá una cita importante, la conferencia anual de HP con los analistas. Se supone que revelará el guidance de la compañía para el ejercicio 2013, pero no se apartará de la línea trazada por la CFO, Cathy Lesjak en agosto: “[…] desde una perspectiva macro, el contexto es aún más difícil de lo que pensábamos hace sólo dos meses [por lo que] somos prudentes en nuestras expectativas de crecimiento global de la demanda, tanto de las empresas como de los consumidores”. De lo que no parece haber duda entre los analistas es de la rapidez con la que la CEO de HP está cumpliendo sus planes de reducción de costes: para finales de este año, la nómina se recortará en 11.500 personas, y la cifra se elevará a 29.000 en 2014.
¿El mercado? El lanzamiento de la primera tanda de PC basados en Windows 8 podría insuflar algo de aire a la demanda, aletargada últimamente. Pero falta demostrar que el nuevo sistema operativo – con impresionantes prestaciones para los consumidores – cause la misma impresión en las empresas antes de mediar el ejercicio 2013, cuando ya se les haga insoportable prolongar la vida de Windows XP (que se quedará sin soporte en abril de 2014).
Los analistas tienen asumido lo anterior, por lo que podrían acosar a Whitman por otro flanco: le pedirán pruebas tangibles de que las líneas de negocio orientadas a las empresas (servidores, redes, software, almacenamiento y servicios) están cumpliendo las expectativas por las cuales se han agrupado en una organización común. En particular, le pedirán que clarifique la estrategia de cloud computing, sobre la que podrían escuchar algún anuncio importante. También querrán saber si las ventas de software de Autonomy han avanzado desde la precipitada marcha del fundador de la compañía británica; y si no fuera así, preguntarán si tiene intención de amortizar en libros el altísimo precio pagado.
La señora Whitman tiene muchas tablas y sabe gestionar la relación con los analistas. Y es consciente de que entre ellos hay una corriente que, machaconamente, saca a relucir la idea de una partición de HP, por la que segregaría sus actividades de consumo. Por tratar de contentar a esa facción de Wall Street, su torpe antecesor, Leo Apotheker perdió el puesto. A la vista de lo dicho y hecho hasta ahora por Meg Whitman, no parece dispuesta a ceder a esas presiones de inspiración poco fiable.